Para saber si llegaremos a los 70 años con la mente lúcida y agilidad para movernos, no hace falta tomar una máquina del tiempo. Es suficiente con observar qué tenemos en nuestra heladera hoy.
Pero este nuevo estudio tiene una contundencia sin precedentes, dado que los investigadores siguieron la alimentación de más de 105 mil participantes durante 3 décadas, y evaluaron su estado de salud general al llegar a los 70 años de edad.
La conclusión es clara: una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos, legumbres y productos lácteos bajos en grasa se asocia con un envejecimiento saludable.
Por el contrario, el mayor consumo de grasas trans, sodio, bebidas azucaradas y carnes rojas o procesadas aumenta el riesgo de enfermedades crónicas e incluso la mortalidad.
“Aquí, utilizando datos de cuestionarios longitudinales del Nurses' Health Study (1986-2016) y el Health Professionals Follow-Up Study (1986-2016), examinamos la asociación de la adherencia a largo plazo a ocho patrones dietéticos y el consumo de alimentos ultraprocesados con el envejecimiento saludable, evaluados según medidas de salud cognitiva, física y mental, así como vivir hasta los 70 años sin enfermedades crónicas”, explica el estudio.
Sin embargo, lo más llamativo no es la confirmación de que la comida influye en la calidad de vida en su última etapa, sino que casi nadie sigue estas recomendaciones. Solo el 9,3% de los participantes logró un envejecimiento saludable.
“A mí también me sorprendió ese porcentaje tan bajo”, ite Marta Guasch-Ferré, profesora de Epidemiología en la Universidad de Copenhague y coautora del estudio. “Pero hay que considerar que los participantes son estadounidenses, donde la alimentación es peor y el a la sanidad más limitado”.
La esperanza de vida ha aumentado y cada vez más personas llegan a la vejez, pero la cuestión clave es cómo se viven esos años. En Estados Unidos, la población de adultos mayores ha crecido de manera constante en las últimas décadas, pero este envejecimiento no siempre viene acompañado de buena salud.
De hecho, el 80 % de ellos sufre al menos una enfermedad crónica. Este cambio demográfico plantea desafíos importantes para los sistemas de salud, que deben enfocarse no solo en prolongar la vida, sino en mejorar sus condiciones.
Para el estudio los investigadores definieron el envejecimiento saludable como alcanzar los 70 años sin enfermedades crónicas graves ni deterioro físico, cognitivo o mental. Encontraron que la adherencia a cualquiera de los ocho patrones dietéticos saludables era clave para lograrlo.
“Lo importante es que no hay una única forma de alimentarse bien”, explica Guasch-Ferré. “Cada persona puede adaptar su dieta según su cultura y contexto social. En España, por ejemplo, sería difícil eliminar el jamón, mientras que en otros países no supone un problema”.
“Nunca antes se había hecho un estudio epidemiológico con tantas personas seguidas durante tanto tiempo. No nos dice nada que no supiéramos, pero confirma de manera definitiva que fomentar una alimentación saludable es clave para la salud pública”, señaló a El País Salvador Macip, investigador especializado en envejecimiento.
El problema no es la falta de información, sino la dificultad de cambiar hábitos. Mientras más evidencias demuestran que los alimentos ultraprocesados perjudican la salud, más se consumen. Estas comidas no son alimentos, sino productos diseñados para ser irresistibles. Algunos estudios sugieren incluso que pueden tener un efecto adictivo.
Pero no todo está perdido. Aunque lo ideal es cuidar la alimentación desde jóvenes, nunca es tarde para mejorar. “Incluso si cambias tu dieta a los 60, notarás beneficios a los 70”, dice Guasch-Ferré.
El mensaje del estudio es claro: la longevidad no depende sólo de cuántos años vivimos, sino de cómo los vivimos. Y gran parte de esa ecuación está en el plato.
Optimal dietary patterns for healthy aging. Nat Med (2025). Tessier, AJ., Wang, F., Korat, A.A. et al.